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Apologies to non-Spanish speakers* but this issue is so urgent and important that we have decided to circulate these open letters in Spanish.

The first is from academics and scientists in Mexico, and the second from berkeley scientist Dr Ignacio Chapela. Both are concerned about the new law on "Biosafety" which is imminently expected to receive its final approval from the Mexican Congress under US/industry pressure. It offers a green light and blank check to the GM industry.

It seems that while the US experiences increasing problems from its own transgenic revolution, it remains determined to force such difficulties onto other countries around the world, not least its most immediate neighbours, for the sake of its corporate interests and regardless of how well they are placed to deal with the fall out. Never have people so greatly needed to defend their land, liberty and genetic independence.

PLEASE CIRCULATE THESE LETTERS WIDELY - AND URGENTLY! - TO YOUR MEXICAN AND OTHER SPANISH SPEAKING FRIENDS.

For a sign on letter in English, see: http://www.lobbywatch.org/archive2.asp?arcid=4717

(*Apologies to Spanish speakers for problems arising from the text format.)
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Científicos y académicos rechazan la actual propuesta de ley de Bioseguridad de Organismo Genéticamente Modificados

México D.F. a 8 de diciembre de 2004
A LOS LEGISLADORES
A LA OPINIÓN PÚBLICA

Los científicos y académicos que suscribimos esta carta rechazamos la actual propuesta de Ley de Bioseguridad de cOrganismos Genéticamente Modificados (OGM) o transgénicos, porque no se rige por el principio precautorio ni protege la biodiversidad, el ambiente de México y la salud de los mexicanos.

A través de esta carta, solicitamos a los 9 diputados responsables de elaborar el dictamen de esta ley que no la aprueben tal como está redactada actualmente, sino que tomen el tiempo necesario para alcanzar consensos con los sectores de la sociedad que tienen intereses y puntos de vista opuestos a los de las compañías que producen y comercializan los productos biotecnológicos, función fundamental de esta Ley, que es regular los aspectos referentes a la Bioseguridad que se derivan de las actividades mercantiles de estas compañías.

Los abajo firmantes consideramos que los puntos enlistados abajo son algunos de los aspectos más importantes que no han sido adecuada o completamente incorporados en la actual redacción y que por las posibles consecuencias devastadoras derivadas de estas omisiones consideramos imprescindible que se incluyan antes de dictaminar sobre ella:

- Las recomendaciones de la Comisión para la Cooperación Ambiental sobre maíz y biodiversidad recientemente emitidas y que están respaldadas por el trabajo de un grupo amplio de científicos y académicos de México y del extranjero con prestigio internacional. De las conclusiones de la CCA destaca la recomendación de que se mantenga la moratoria a la siembra semicomercial y comercial de maíz transgénico en México y que se refuercen las medidas para evitar la entrada de grano viable de maíz genéticamente modificado al territorio mexicano. Esto está fundamentado, entre otros, en el hecho de que aún con la moratoria se han encontrado transgenes en variedades criollas de maíz mexicano. Esto prueba que es difícil contener a las variedades transgénicas una vez que se han liberado al ambiente. Además, los nuevos desarrollos de maíz que expresan fármacos y sustancias industriales que están probándose en Estados Unidos pueden tener efectos devastadores de infiltrarse a la cadena alimenticia del maíz en México y del resto de Latinoamérica.

- El enfoque precautorio. El principio 15 de la Declaración de Río (1992) y el preámbulo de la Convención de la Diversidad Biológica son la base del Protocolo de Cartagena ratificado por el Senado de México. El enfoque precautorio establece que en donde existen amenazas de daños serios e irreversibles al ambiente, la falta de certeza científica no se deberá utilizar como razón para posponer medidas efectivas que prevengan la degradación ambiental. Además, se ha ampliado este enfoque para incluir las amenazas por la reducción o pérdida de biodiversidad para las que tampoco se debe esgrimir la falta de certidumbre científica para dejar hacer o dejar pasar. Lamentablemente, la Ley de Bioseguridad que se pretende aprobar es deficiente en cuanto a este importantísimo concepto, en particular para un país megadiverso como México.

- La protección a la salud humana el medio ambiente, la Biodiversidad y la diversidad genética de México, y la sanidad animal, vegetal y acuícola.

- El Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad. Este debe ser la base mínima para las decisiones sobre OGM (incluyendo el procedimiento de consentimiento fundamentado previo para movimientos transfronterizos de OGM).

- Las aportaciones de académicos y científicos de todas las áreas de conocimiento relevantes a esta discusión tanto de las áreas naturales como de las ciencias exactas, sociales y humanísticas. No se han considerado críticas y recomendaciones puntuales elaboradas por diferentes académicos e investigadores en la H. Cámara de Diputados en fechas anteriores a petición expresa de los legisladores.

- Los resultados recientes de experimentos del Reino Unido que muestran claramente que el cultivo de las variedades transgénicas bajo prueba tiene efectos negativos sobre la biodiversidad de un País como Inglaterra con ambientes mucho menos complejos y biodiversos que México.

- Los criterios usados por la Unión Europea para rechazar a los cultivos genéticamente modificados desarrollados hasta ahora. Esto ha resultado en que toda la UE (a excepción de España), que incluye a Países con el mayor desarrollo intelectual, cultural, científico, tecnológico y una opinión pública más informada y participativa del mundo, esté libre de los cultivos transgénicos actuales. Al mismo tiempo, estos Países son líderes mundiales en la búsqueda de alternativas mejores y que impliquen mayores beneficios colectivos y menos riesgos que los OGM desarrollados hasta ahora.

- Las recomendaciones explícitas hechas por algunos científicos para que se modifique la estructura y funcionamiento de la CIBIOGEM. Esta debe garantizar un manejo claro y libre de conflicto de intereses al evaluar todas las solicitudes para liberar organismos genéticamente modificados al ambiente en nuestro País. Se deben establecer los lineamientos adecuados para armonizar las políticas y competencias de las Secretarias que participan en la CIBIOGEM, con el que debiera ser el objetivo fundamental de esta ley: la bioseguridad de México. Para ello, es imprescindible reestructurar el Consejo Consultivo de Bioseguridad para que integre únicamente a científicos sin conflicto de intereses en sus opiniones o en la formulación de dictámenes y que vengan de distintos ámbitos del conocimiento (social, económico, ecológico, agronómico, del ámbito de salud, entre otros). De esta forma, el Consejo Consultivo de Bioseguridad debe constituirse en un órgano independiente y con presupuesto operativo propio, que le permita cumplir a cabalidad su tarea de órgano de consulta obligatoria para la toma de decisiones en materia de bioseguridad.

- La recomendación de prohibir la liberación de cultivos transgénicos en centros de origen y/o diversidad de cultivos y áreas naturales protegidas, especialmente del maíz y otros cultivos de importancia básica para la dieta de los mexicanos. A pesar de la moratoria se ha reportado presencia de transgenes en razas criollas de maíz a miles de kilómetros de distancia de las áreas de liberación aprobadas, con lo que se demuestra que será prácticamente imposible impedir la hibridación y potencialmente la introgresión de transgenes a parientes silvestres y a razas criollas una vez que se permita su siembra en cualquier lugar del País. Por lo tanto, se sugiere: que no se autorice la liberación de ningún OGM de especies para las cuales México es Centro de Origen y/o Biodiversidad.

- Mecanismos ágiles, eficaces y transparentes de indemnización y responsabilidad por parte de las empresas para monitorear y subsanar posibles efectos negativos resultado de la liberación de sus OGM.

- La prohibición, sin excepciones, de liberación de OGM sin evaluación de riesgo, incluso en situaciones de confinamiento.

- Umbrales claros del volumen de las liberaciones de OGM y que se defina cuántas hectáreas se consideran de tipo experimental y cuántas de tipo semicomercial. A su vez, es necesario que las siembras experimentales estén constantemente monitoreadas por los nuevos mecanismos establecidos por la Ley y aisladas asegurando que no se deriven beneficios particulares de su siembra.

- Procedimientos obligatorios y claros para la gestión de riesgos, etiquetado de productos, rastreabilidad, monitoreo postcomercialización y comunicación de riesgo.

- GARANTÍA, PREVIA A LA APROBACIÓN DE LA LEY EN CUESTIÓN, de las capacidades humanas y financieras para el logro de una adecuada gestión y manejo de riesgos.

Además, creemos que es fundamental que la Ley de Bioseguridad favorezca la evaluación de los riesgos y beneficios de los desarrollos biotecnológicos, a la luz de otras opciones. En conjunto, todas las opciones deben de lograr un manejo sustentable que asegure la conservación de nuestros recursos naturales a largo plazo, y que proteja el patrimonio y la Soberanía Nacionales en términos de biodiversidad biológica, y que no sacrifiquen, en lo absoluto, la autosuficiencia alimentaria y la capacidad de desarrollo tecnológico de nuestro País. Para lograr esto, es importante que esta y otras Leyes afines, así como políticas del Estado, favorezcan el desarrollo de capacidades nacionales para la investigación y desarrollo en todos los ámbitos necesarios para encontrar las soluciones a los principales problemas de salud, agricultura, ganadería, sanidad vegetal, animal y acuícola y la restauración ecológica y conservación de los recursos naturales de México, entre otros. Una Ley de Bioseguridad debe incluir criterios claros y estrictos de sustentabilidad ecológica y sobre todo debe velar, en conjunto con otros instrumentos, porque se fomenten las organizaciones productivas y socio-políticas, así como las tecnologías más apropiadas a la diversidad biológica y cultural de nuestro país, que permitan a grandes sectores de la población rural mexicana salir de la pobreza y la marginación extremas en que se encuentran.

Los científicos y académicos que subscribimos esta carta consideramos que estos puntos son indispensables en una verdadera ley que tenga por objeto la bioseguridad, es decir la protección de la biodiversidad y la salud desde el punto de vista de la prevención y la minimización de riesgos con respecto al tema de la biotecnología. En virtud de que son ustedes los representantes de la sociedad, les solicitamos tomar en cuenta las opiniones de los abajo firmantes, quienes perteneciendo a la comunidad científica y académica de México y tomando en cuenta los puntos anteriores, pedimos no acelerar la aprobación de una ley que a todas luces generará problemas más graves que los que hoy enfrentamos alrededor de este tema.

Atentamente,

Dra. Ma. Elena Álvarez-Buylla, Instituto de Ecología, UNAM; Dra. María Elena Montero Cabrera, Centro de Investigación en Materiales Avanzados, S.C.; Dr. Daniel Piñero Dalmau, Instituto de Ecología, UNAM (miembro AMC); Dr. Omar Masera Cerutti, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM (miembro AMC); Dr. Luis de la Peña, Instituto de Física, UNAM (miembro AMC); Dr Humberto Peralta Díaz, Centro de Ciencias Geonómicas, UNAM; Dr. Víctor Toledo, CIESOS, UNAM, (miembro AMC); Dra. Ana María Cetto, Instituto de Física, UNAM (miembro AMC); Dr. Ricardo Pérez Avilés, Departamento de Desarrollo Sustentable del Instituto de Ciencias, BUAP; Dr. Alejandro Nadal, El Colegio de México (miembro AMC); Dr. Antonio Serratos Hernández, INIFAP; Rafael Calderón Arózqueta, UAM Xochimilco; Antonio Turrent, INIFAP (miembro AMC); Dra. Marta Astier, Programa de Agroecología, GIRA A. C; M. en C. Luciano Concheiro Borquez, UAM-X; Dra. Elena Lazos, Inst. Investigaciones Sociales, UNAM; Dra. Sonia Emilia Silva Gómez, Inst. de Ciencias, BUAP; Dr. Agustín Plancarte Crespo, Facultad de Medicina, UNAM; Felipe Cruz Garcia, UNAM; M.C. Álvaro Chaos Cador, Facultad de Ciencias; Dra. Ana Luisa Anaya Lang, Instituto de Ecología, UNAM; Dr. Marco Antonio Ramos Ibarra, Facultad de Ciencias Químicas e Ingeniería, UABC; Dr. Luis Garcia Barrios, ECOSUR San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Dr. Hugo Perales Rivera, ECOSUR San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Dr. Víctor J. Jaramillo, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM; Dra. Eva Luz Soriano Bello, Instituto de Investigaciones Químico Biológicas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; Dr. Blas Lotina Hennsen, Facultad De Química, UNAM; Dra. Gloria Saab Rincón, Instituto de Biotecnología, UNAM; MC Antonio Sandoval Madrigal, Universidad de Guadalajara; M. Tamara Ortiz Avila, Programa de Agroecología, GIRA A.C.; Adriana Raquel Aguilar Melo, Licenciada en Biología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas; Dr. Angel Zarain Herzberg, Fac. de Medicina, UNAM; José Luis Piñeyro, Depto. Sociología, UAM-A; Pablo Alarcón-Cháires, Laboratorio de Etnoecología, UNAM; Dr.George Dyer, El Colegio de Mexico; Omar Chassin Noria, Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnologia Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; Dra. Ella Vázquez, Instituto de Ecología, UNAM; Biol. Rodolfo Salas Lizana, Instituto de Ecología, UNAM; Dra. Alicia Castillo, Centro de Investigaciones en Ecosistemas UNAM Agustino Martínez-Antonio, Centro de Ciencias Geonómicas-UNAM; Biol. Lev Orlando Jardón, Facultad de Ciencias, UNAM; Dra. Julieta Benítez-Malvido, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM; Dr. José Luis Díaz De León Álvarez, Depto. de Agronomía, UABCS; Dr. José Luis Rodríguez De La O, Universidad Autónoma Chapingo; Dr. Francisco Vergara Silva, Museo de Historia Natural, Londres; Alma Piñeyro Nelson, Instituto de Ecología, UNAM; Dr. Jorge Saltijeral, Depto. de Producción Agrícola y Animal, UAM-X; Biol. Dra. Elena Roces Dorronsoro; IBQ Ermilo F. Sandoval Espadas; Instituto Tecnológico Agropecuario N° 5, Campeche; Juan Pablo Pardo Guerra, International Student/Young Pugwash; M. en C. Alicia Cea Bonilla, Fac. de Medicina. UNAM; Dr. Federico Martínez, Departamento de Bioquímica, Facultad de Medicina, UNAM; José Leodegario Méndez, Agrónomo, Jalisco; Dra. Mónica Adriana García Solache, Facultad de Ciencias, UNAM; Jorge Rodríguez Velazquez, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM; M. en G. José de Jesús Alfonso Fuentes, CIECO-UNAM-Morelia; Maria Luisa Herrera, Centro de investigaciones en Ecosistemas, UNAM; Dr. Francisco Javier Espinosa García, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM-Morelia; Ernesto Moreno Martínez, UNIGRAS, FES Cuautitlán-UNAM; Q. I. Luz María Martínez Mejía, IBT, UNAM; más las que se reúnan.
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A los Ciudadanos Diputados del Congreso de la Unión en México
A los Ciudadanos y colegas científicos mexicanos
A la población de México

La propuesta Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, a punto de ser firmada por la Cámara de Diputados, podría bien llamarse la
Ley de Colonización Genética para el Siglo XXI. O tal vez la Ley de Promoción y Gratificación de las Nuevas Colonias Genéticas. Esta ley asegura los nintereses de una elite reducida en México, que a su vez representa los intereses de otros poderes económicos y políticos fuera y dentro del país. Su firma y ratificación significarían la apertura de un capítulo triste en la historia que parece llevar al país y al mundo rumbo a una nueva época de oscurantismo. El camino de salida de esa época no puede ser más que largo y muy penoso. Pienso que no es una buena idea y no es una buena decisión firmar esta Ley. No lo es para el país, no lo es para el mundo.

El indigerible "Dictamen a la Minuta Proyecto del Decreto" por el que se presenta esta ley a los Diputados de la República podría haber sido tomado de alguno de los muchos documentos de la Inquisición: es un ejercicio consumado de ofuscación y complicación burocrática, pseudo-científica, que sirve simplemente para justificar la ejecución de un designio dictatorial que permita borrar de la página de discusión a cualquiera que sugiera la mínima oposición a una nueva y poderosa forma de apropiación ilegítima de los recursos comunales y públicos, de los derechos de los campesinos e indígenas, de la libertad y la soberanía del país.

La Ciencia detrás del llamado "Debate" : lo que sabemos. Si existe algo que sepamos respecto a los nuevos organismos transgénicos (vulgarmente llamados organismos genéticamente modificados u OGM), es que representan una intervención en la naturaleza viva sin precedentes en la historia del planeta, mucho menos de la humanidad. Sabemos que dicha intervención es profunda y de consecuencias que no se restringen al momento y lugar en que se les produce, sino que puede propagarse a través de las propiedades reproductivas de los organismos que las sufren.

Sabemos también que no sabemos lo suficiente para predecir la más mínima consecuencia de la intervención transgénica. Los promotores de la propuesta Ley tienen razón cuando dicen, a través de sus magna-porta-voces pagados tanto por la industria como por los recursos públicos, que no existe evidencia de daño causado por la liberación de los trangénicos al ambiente. Es por esto que la población de México debería de estar alarmada, no satisfecha, con tales declaraciones.

No existe evidencia suficiente por la simple razón de que no se ha puesto suficiente atención a los problemas obvios y esperables de la manipulación genética de la naturaleza viva. Aún en los países e instituciones más ilustradas y financieramente acomodadas, como la mía en la universidad más prestigiosa de California, la sexta economía del Planeta, no existe ni la capacidad física, ni los recursos intelectuales, ni el interés institucional o la decisión política que serían necesarios para establecer los riesgos reales de los transgénicos, ni las medidas que serían necesarias para detectar la actualización de tales riesgos. Esto no lo digo sólo yo, sino también otros individuos y grupos diversos, tales como la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de Norteamérica, en estudios con los cuales yo tuve el privilegio de colaborar.

Sabemos que nuestras instituciones académicas han sido también transformadas desde el interior de su constitución más íntima. En el área de los transgénicos, lo que se ha dado por llamar "ciencia" en nuestras instituciones (y también en la Ley propuesta) no es más que una práctica técnica basada en una mezcla de principios ya ahora anticuados y un abuso de las propiedades naturales de reproducción de los seres vivos. Sin embargo esta práctica, más política que científica, es protegida como corresponde a cualquier otra práctica dogmática e insegura de su posición en la sociedad: cualquier fuente de oposición al dogma es rápida y violentamente silenciada con los castigos más fuertes que se reserva nuestra ilustre institución académica.

Sabemos que, junto a nuestra incapacidad por siquiera ver - no se diga predecir- las consecuencias de la manipulación transgénica, también tenemos una incapacidad de controlar esa manipulación. A pesar de los esfuerzos por suprimir la información respecto a esta realidad, el problema de la falta de control sobre los transgénicos es tal, y de tal naturaleza, que sigue siendo detectado por cada vez más miembros de la comunidad científica, así como otros ciudadanos. Así como no se puede declarar inexistente por decreto, este problema no se resolverá tampoco al borrarlo de los documentos que el Congreso de la Unión ha recibido. Para muestra, basta un botón: a pesar de una crisis de contaminación transgénica rampante en el campo mexicano, el único sitio en donde se usa la palabra "contaminación" en el "Dictamen a la Minuta Proyecto deS" es aquél en donde se narra cómo se permitirá la liberación al ambiente de microbios transgénicos en la cercanía inmediata de plantas o animales en peligro, tales como aquellos en las reservas naturales de la Nación.

Sabemos también que los pocos y castigados esfuerzos independientes por siquiera vislumbrar la posibilidad de algún problema con los transgénicos continúan acumulándose de manera alarmante para indicar que sí, de hecho, existen problemas potencialmente muy serios. En contraste con los 70,170 artículos que encuentro esta mañana en una búsqueda sencilla de la literatura científica bajo el término "transgénico", sólo uno se ha publicado con datos primarios respecto a la contaminación del maíz en México, sólo 10 respecto a los problemas de salud humana. De los 10 últimos, un estudio detallado en Noruega ha mostrado que todos los cinco que parecen indicar la "ausencia de prueba de daño" son pagados por la industria biotecnológica. Tres de los restantes fueron escritos por el Dr Arpad Pusztai, en Escocia, quien fué retirado de su puesto de 30 años como consecuencia directa de su atrevimiento al presentar los simples resultados de sus estudios sobre los daños de los transgénicos en animales de laboratorio.

Sabemos que la única forma en que se podrían hacer estudios científicos de los efectos sobre la salud de la población y de la ecología del país requerirían de enfoques epidemiológicos, los cuales a su vez necesitarían que existiera un etiquetado para poder contrastar los transgénicos con sus contrapartes no manipuladas. La Ley propuesta sabe esto también, y tiene cuidado de proteger los intereses de la ofuscación al no establecer esta necesidad, mientras se sugiere un laxo etiquetado que, lejos de permitir mayor conocimiento entre la población respecto a los productos derivados de los transgénicos, encubriría aún más la situación, poniéndola en manos de "los expertos". Es claro para mí que el supuesto fin de beneficio público en tal acción no justifica los medios de supresión de información hacia el público, ni aquellos de la exclusión del público y sus representantes del proceso de decisión.

Sin considerar seriamente lo que sería necesario para llegar a saber si los transgénicos son deseables o no, y sin permitir en ningún sitio la alternativa de decir un simple "No" a la liberación de transgénicos en México, esta Ley simplemente promueve los intereses de aquellos que desean liberar transgénicos al ambiente, incluyendo la promoción de más investigación, más apoyos a los mismos académicos que la escribieron, más subvenciones a una comunidad que no se pregunta si existe algún problema en el cuál ella pueda ser relevante, sino que exige de la sociedad -y ahora también del ambiente biológico mismo - que se apegue a sus designios malformes.

Los Orígenes y las Consecuencias del "debate" y su pretendida finalización con esta Ley. Sería un error histórico si el Congreso de la Unión firmara esta Ley, que significa un intento por cerrar una discusión que la gente desea entablar, pero que se le ha negado de manera rotunda y sistemática. Entre ciudadanos diputados responsables, el error se daría por no haber considerado cuestiones fundamentales de soberanía e identidad nacionales, pero también por no haber tomado en cuenta los orígenes de esta Ley y sus consecuencias más allá del contexto nacional.

Los OGM, organismos transgénicos, no son ninguna novedad, y se ha intentado su liberación al ambiente al menos desde hace más de veinte años. Este es un hecho poco conocido, porque el gobierno de los transgénicos se ha mantenido siempre en las manos de los "expertos" (aquellos con un conflicto de interés por ver a sus organismos dominar comercialmente el ambiente público). La oposición a la liberación de los transgénicos ha sido, sin embargo, continua y creciente desde un principio. En muchos países esta oposición se ha convertido en un rechazo declarado y oficial, que invariablemente recibe el apoyo de la población en general. En Estados Unidos, de donde originan la gran mayoría de estos organismos -y las corporaciones que quisieran recibir pagos por ellos- la oposición es amplia y ha llegado a las legislaturas estatales de más de diez estados. También aquí, en California, hay un movimiento creciente en las municipalidades que rechazan la liberación de transgénicos al ambiente público. ¿Por qué, entonces, la urgencia por pasar una ley de promoción de la transgenia en México en un momento como éste, sin mayor consulta significativa y justo antes del receso de fin de año?

La única razón que yo encuentro es el interés de los que ya llevan invertidos 220,000 millones de dólares y casi un cuarto de siglo en una manipulación que no ha traído prácticamente ningún beneficio económico. Es claro para mí que, ante la negación de los países más industrializados (y en general, más informados al respecto) de pagar tal deuda adquirida por las corporaciones productoras de transgénicos, el esfuerzo tanto de esas corporaciones como del Departamento de Estado de EEUU es por obligar a los países menos industrializados a recibir estos productos, y a través de ellos cubrir la deuda adquirida por aquellos. Esto es claro para cualquiera que (sin llevar consigo conflicto de interés) haya participado en las reuniones multilaterales al respecto en los últimos cinco años.

Los OGM transgénicos no han sido producidos para satisfacer ningun problema de relevancia a México, ni tienen esperanzas reales de llegar a cubrir esas necesidades. Más que nada, se han convertido en un "hierro molecular", a través del cual es posible identificar a los seres vivos como "propiedad privada" de una u otra corporación o interés comercial. Por ejemplo, Monsanto ha publicado desplegados en Chiapas declarando su intención de ejercer, directamente o a través del gobierno mexicano, sus "derechos de propiedad" sobre los maices transgénicos que ahí se pudieran encontrar. La corte suprema de Canadá estuvo de acuerdo este año con estos derechos de la corporación, por encima de cualquier derecho del campesino para mantener su propia semilla, e incluso para querer evitar que sus campos agrícolas fueran contaminados.

Son estas razones de mucho peso que explican la fuerte oposición que se ha dado a los transgénicos, oposición que la Ley propuesta ante el Congreso de la Unión parece no haber registrado de ninguna manera significativa.

Los esfuerzos por legitimar la supresión de esa oposición a través de una legislación que no toma en cuenta más que la posición de los promotores de la liberación de transgénicos no hará más que recrudecer lo que ha sido una confrontación innecesaria y muy costosa. La ciudadanía tiene una legítima preocupación respecto a la intervención transgénica en la naturaleza, en el ambiente público, y esa preocupación justificada no puede ser silenciada por decreto, por ley o por la corrupción de las instituciones académicas para dar cobertura a prácticas dictatoriales en la biología pública.

México se encuentra jugando un papel para el mundo de transferencia múltiple. En primer lugar, es la fuente de los recursos genéticos para el mundo en varios grupos de plantas y animales, y muy especialmente también en el maíz, que es la segunda fuente más importante de alimento para el mundo. En el flujo inverso, México es uno de los grandes portales internacionales para la introducción de transgénicos al mundo menos industrializado. A través de instituciones pseudo-mexicanas como el CIMMYT, del las corporaciones conocidas, como Monsanto, Syngenta (Novartis) y Dupont, y de las menos conocidas pero igualmente poderosas, como la mexicana Seminis/Savia, y a través de los centros mejor apoyados por el erario público, existe una verdadera marea de introducciones de transgénicos al mundo "en desarrollo" desde México. País tan delicado juega entonces a un tiempo el papel de depósito de la riqueza genética del mundo y de basurero internacional de productos de la transgenia. La Ley presentada al Congreso no hará más que legitimar esta contradictoria y muy dañina situación.

México también representa tal vez la fuente más respetada de opinión respecto a estos temas en el mundo menos industrializado, por su excelente y bien desarrollada capacidad científica, de políticas y de análisis. El mensaje que México envíe al mundo con la firma de esta Ley tendrá muy grande influencia para la introducción de los transgénicos a muchos otros países, quienes no tienen la capacidad científica o de políticas para establecer criterios complejos de intervención en la discusión. Los magna-porta-voces de la promoción de la transgenia se harán cargo de difundir, aplicar, y donde sea necesario "corregir" ese mensaje.

Por estas razones,

Hago un llamado a los ciudadanos miembros del Congreso de la Unión para que rechacen el proyecto de Ley que se les presenta. Creo que esta sería la decisión más racional si se considera el balance entre los beneficios (siempre hipotéticos y exagerados) y los riesgos (claros aunque aún precariamente establecidos) representados en la liberación de los transgénicos al ambiente público. Creo que sería la decisión políticamente adecuada, dadas las contundententes implicaciones negativas que estos avances tienen para la soberanía nacional, la sobrevivencia de la población campesina e indígena del país, y para el papel de líder de México entre los países del mundo.

Hago un llamado a los miembros de la comunidad académica y científica para que rechacen los esfuerzos (bien pagados, mal intencionados) por socavar los cimientos de nuestra comunidad en la diversidad de enfoques, la libertad de investigación y expresión, la responsabilidad pública, y la independencia de influencias ajenas a la buena razón. Es hora de marcar un alto contundente, claro y público al secuestro de nuestras instituciones por agentes ilegítimos de intereses comerciales y de políticas ajenas. Nuestra comunidad es el último refugio público de la razón, y se halla sitiada en el mundo entero. No podemos más que defenderla y mantenerla como un espacio y un bien público, no privado o privatizable.

Desde tierras que alguna vez fueron nuestro país, hago un llamado a la ciudadanía de México para que mantenga la vigilancia de sus recursos genéticos, que se encuentran en el mismo peligro en el que se ha encontrado su tierra, su identidad, su forma de vida y su idiosincrasia a lo largo de tantos siglos. Sabiendo que esta cultura aún existe, tengo esperanza en que la ciudadanía sepa una vez más afirmar lo que sabe suyo y exigir la responsabilidad pública de quienes lo manejan.

Dice una de las múltiples comunidades campesinas que nos honran con su correspondencia: "El maíz nos ha ayudado a sobrellevar muchos problemas a lo largo de las generaciones. Ahora el maíz está en problemas. Es hora de que nosotros ayudemos al maíz." Yo pienso que tienen razón.

Al llamado de tierra y libertad que nos hicieran proclamar aquellos que supieron distinguir las cosas trascendentes quiero añadir la independencia genética:

"Tierra, Libertad e Independencia Genética."

Ignacio H. Chapela
Berkeley, California, 13 de diciembre de 2004